Manos

Hoy llegó nuestro pedido semanal (nos hemos convertido al domiciliarismo), que ha terminado por volverse un ritual de limpieza. Con boca y nariz cubiertas, lo recibo y lo asperjo. Me gustaría entonar un canto para alejar a los malos espíritus, pero el portero me mira, así que me abstengo. Luego descargo las bolsas en la entrada del apartamento, me lavo con jabón, con agua, con miedo, y me dispongo a limpiar. Entre producto y producto me miro los dedos y por un segundo vuelvo a ver a la niña metida en la piscina, esperando que se le pongan las “manos de abuela” para asustar a su hermana pequeña. Veo luego a la niña hundiéndose y una mano de mujer mayor devolviéndola a la superficie.

La voz de L me retorna a casa, a la mezcla de agua y vinagre que ha convertido mis palmas en un mapa de pequeños canales por donde humedad y memoria buscan su cauce. 


Comentarios

  1. Me identifico contigo..ojalá el domiciliario tenga tapabocas...😘😘

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Lengua

Verde

Columna